lunes, 10 de mayo de 2010

¡No lo vea!

La televisión es un poderoso medio a través del cual se transmite a diario gran cantidad de información de diversa índole y, por esta razón, se ha convertido en la principal fuente de entretenimiento de las sociedades, llegando a alcanzar en ellas un alto nivel de influencia. Ante esta situación, es importante que cada país logre instaurar un ente regulador, que sea capaz de controlar la calidad de información que es transmitida a los televidentes. Por este motivo, considero que el Estado peruano debe tener la potestad de regular el contendido de los programas emitidos por los canales de señal abierta y, de esta manera, evitar la filtración de información inútil e inservible.

Por definición sabemos que los canales de señal abierta son todos aquellos canales que no requieren de la señal de cable para su transmisión; por ende, todos los televidentes tenemos acceso a sintonizarlos. Sin embargo, algunos de estos canales producen programas cuyo contenido es de un nivel muy pobre y que escondiéndose bajo el escudo de la libertad de expresión tienen la osadía de propagar absurdas opiniones a sus anchas, sin preocuparse por las consecuencias que esto puede generar. Este es un grave problema actualmente, ya que las televisoras aprovechan su influencia con las masas para persuadirlos y manipularlos a su antojo, lo cual es sumamente peligroso.


Por otro lado, muchos de los canales de señal abierta han olvidado lo que significa la susceptibilidad del espectador. Con esto quiero decir que actualmente podemos apreciar como las televisoras en mención no conocen ni respectan límites y se dedican a transmitir imágenes estremecedoras e impactantes con la finalidad de despertar el morbo en las personas. Esto evidentemente pone de manifiesto su completo interés por vender un producto sin importar hasta dónde tengan que llegar para conseguirlo. Han sobrepasado el límite de armar escándalos, tergiversar información y muchas otras atrocidades que, en definitiva, a quien perjudica es al televidente: llámese niños, adolescentes y adultos.


Por último, en pertinente mencionar que los canales de señal abierta en el Perú no tienen el nivel necesario para considerarse un producto de calidad y, además, aprovechan su poder de influencia para manipular al espectador excusándose bajo la supuesta libertad de expresión. Por lo tanto, es recomendable que el Estado peruano tome parte en esta situación y no permita que el televidente sufra las consecuencias de estos excesos. Frente a ello, sugiero la instauración de un ente regulador del contendido de los programas emitidos por señal abierta, y en caso ya exista: los invito a poner mano dura en este tema, puesto que ya es hora de que los peruanos disfrutemos de una televisión de calidad.